Sin comentarios

Encuéntrome aquí sentada frente a la monotonía de la vida, repitiendo mis movimientos mecánicamente una y otra vez. Mientras me pregunto qué es lo que me trajo hasta aquí, cuál fue la puerta que nunca debí abrir. Un rostro pasa tras otro, de extraviada, para mi, toda humanidad, el de enfrente no es alguien, es sólo uno más, y tras él, cientos, miles cada día; que demandan de mis monótonos movimientos, una y mil veces. No es preciso pensar, por lo que vago de aquí para allá. Algunas veces los recuerdos me auxilian, trayéndome de muy lejos, momentos mucho mejores. Vuelvo nuevamente, el desfile continua, uno tras otro entran y se van; mientras que yo voy y regreso una y mil veces, al igual que que estos vienen y van sin notar humanidad en mi monotonía.