LA HISTORIA SE REPITE





Lentamente avanzábamos de espaldas al sol; con luz dorada de otoño, y las hojas de aquél árbol caían sobre ti, sobre mi, y cada una que me tocaba me laceraba más y más.
Pese a mis ruegos seguían cayendo, igual que las lágrimas que me ahogaban de dolor.

Tiempo después, días, meses, años, volví para congelarlo, detenerlo y grabar en sus ramas mi tristeza; sus hojas ya cayeron, ahora solo carga con mi desesperanza.

Lo recorto contra las nubes, buscando en algún lugar del cielo las respuestas que no encuentro acá en esta tierra, mi tierra de árboles y miseria, tierra yerma y solitaria, tierra de sueños de lluvias que tardan y no llegan, tierra de desesperanza, mi tierra de grises.

Sólo espero, cuantas veces ya lo he dicho, que en aquella dorada tarde de otoño, hayas encontrado tu también tu tierra, tu tierra prometida.


















Domingo de Mayo

A veces, cuando camino por esta vereda de la tristeza, mi mirada se vuelve como yo, insignificante. Minima como esta rama, pero es bueno contemplarla cuando cruzas la calle, para no olvidar quien verdaderamente eres.